Un joven llamado Manuel María González Ángel
Tiempo de lectura: 6 minutos Hasta hace unos meses, el vino de Jerez era para mí algo magnífico. Una obra de arte. Un bálsamo reparador puesto en una bota, que pasa a una botella para acabar como néctar en nuestras copas. En septiembre todo cambió, tras conocer la estela meridional de una de las familias González. Hoy es mucho más. Obra.