Alejandro Paadín: «Creo firmemente en los vinos gallegos como herramienta para el desarrollo rural»

Embárcate en un Viaje Sensorial con Alejandro Paadín: Descubre los Tesoros Vinícolas de Galicia

Hoy te invito a un viaje fascinante por los magníficos vinos gallegos, de la mano de un verdadero experto y apasionado del mundo del vino: Alejandro Paadín. Prepárate para una experiencia que estimulará todos tus sentidos y te llevará a descubrir los secretos más profundos y los sabores más exquisitos que esta región tiene para ofrecer.

Para mí, cada botella de vino es como un libro lleno de historias y emociones, y en este viaje junto a Alejandro, nos sumergiremos en un fascinante recorrido por los viñedos y las bodegas más destacadas, donde cada copa es una ventana abierta a la tradición, la cultura y la pasión por el vino. Te invito a unirte a nosotros en esta emocionante aventura, donde cada sorbo nos llevará a explorar nuevos matices, aromas y sensaciones.

Para entender mejor esta pasión desenfrenada por el vino, vamos a adentrarnos en la historia personal de Alejandro. Su vínculo con el vino se remonta a hace tres décadas, cuando su padre abrió la primera vinoteca en A Coruña, la Taberna O Carro. Desde entonces, el vino ha sido mucho más que una bebida para él; ha sido un legado, una herencia de sabor y cultura que ha marcado su vida y su destino.

Pero más allá de las raíces familiares, la pasión de Alejandro por los vinos gallegos refleja su profundo amor por su tierra, su gente y su patrimonio. Es esta pasión lo que le impulsa a difundir la cultura del vino con un entusiasmo desbordante y una convicción inquebrantable, tanto en España como en los escenarios internacionales.

Así que te invito a embarcarte en esta aventura de descubrimiento y placer, donde cada página de esta historia enológica nos llevará a explorar nuevos horizontes y a abrir nuestros paladares a emociones nunca antes experimentadas. ¡Y no te olvides de compartir tus impresiones y reflexiones al final de la entrevista! ¡Que comience la travesía hacia el corazón de los vinos gallegos junto a Alejandro Paadín!

Comenzamos con algo personal, ¿cuál es tu mayor motivación como embajador de los vinos gallegos y qué te inspira a seguir promoviendo la cultura del vino tanto a nivel nacional como internacional?

Mi primer contacto con el vino fue hace 30 años, cuando mi padre montó la primera vinoteca de A Coruña (Taberna O Carro). Apostó desde muy pronto por los vinos gallegos, cuando aún no estaban de moda y en gran medida su tenacidad y pasión fue muy contagiosa. Hoy en día, lejos de chauvinismos, creo firmemente en los vinos gallegos como herramienta para el desarrollo rural. Son un gran activo que tenemos ya que, más allá de las modas, su calidad intrínseca al territorio les reporta un gran valor añadido.

¿Cómo describirías la evolución de la industria vitivinícola gallega en los últimos años, y cuál crees que ha sido el papel de los pequeños productores en esta transformación?

Toda la cadena de producción se ha revalorizado. El sector del vino es muy particular ya que habitualmente la misma empresa está involucrada directamente en el sector primario (producción de uva), secundario (elaboración de vino), terciario (comercialización) e incluso el cuaternario (con nuevos campos de investigación). Aunque el número total de bodegas y viticultores no ha variado considerablemente en los últimos 20 años, en Galicia se ha conseguido desarrollar un modelo de negocio sólido, multiplicando por 6 el valor de nuestro vino en mercados internacionales, llegando a pagar el kilo de uva a más de 4€ en según qué casos y consiguiendo un gran nivel de profesionalización. La evolución ha sido muy grande y todas las partes involucradas han sido agentes activos. Los pequeños productores han hecho un gran esfuerzo por comprender sus viñas y sacar lo mejor de ellas, han aportado una visión del «terroir» gallego más allá de la simple aceptación del mercado, con el riesgo que ello supone. En los últimos años, grandes, medianos y pequeños han forjado poco a poco la identidad de la Galicia vitivinícola, pero los pequeños han arriesgado y han sido especialmente inconformistas.

Como coautor de la «Guía de Vinos, Bodegas y Destilados de Galicia 2024», ¿cuál fue el mayor desafío al compilar esta obra? En base a los resultados de la edición 2024, ¿cuál crees que es la mayor fortaleza de los vinos gallegos en comparación con otras regiones vinícolas del mundo?

El mayor desafío es lograr que un proyecto editorial tenga una edición anual de 1.500 ejemplares durante más de 10 años sin publicidad ni patrocinios; gracias a más de 200 mecenas que cada año reservan más de 1.000 ejemplares. Es un proyecto único en el mundo y sin duda el reflejo del alto interés que tiene el mundo por los vinos de Galicia. Desgranando el concepto «terroir» podíamos hablar de los muchos valores diferenciales del territorio (suelos diversos, un clima genuino, decenas de variedades autóctonas, historia milenaria…), pero creo que la mayor fortaleza de los vinos gallegos es la resiliencia del sector productivo. Aunque ahora mismo estamos de moda por tendencias de consumo, es el carácter gallego el que ha mantenido a flote nuestro patrimonio vitícola durante casi 4 generaciones de tiempos difíciles (plagas americanas, emigración, guerra civil, abandono del rural, crisis económica, minifundismo…). Ese carácter y amor a la tierra es el que nos va a permitir llevar nuestros vinos a lo más alto.

¿Cómo influye el terruño gallego en las características organolépticas de los vinos producidos en la región? ¿Hay algún terruño particular que consideres excepcionalmente destacado?

Tiene una enorme influencia. Es la base de la realidad de los vinos gallegos y el motivo por el que están de moda: son paisajes embotellados. Sólo por poner un ejemplo, un Godello de altitud en suelo granítico es fresco, delicado y su versión más elegante; un Godello de valle en suelo arcilloso es más fructuoso y graso, quizás su versión más intensa; un Godello en suelo pizarroso en ladera es puro músculo y estructura, posiblemente su versión más poderosa. Y esto sólo aplicado a una de las decenas de uvas que tenemos. ¿Con qué versión me quedaría? Pues depende del momento y de mi estado anímico, aunque la delicadeza de los suelos graníticos es magnética.

Dentro de las variedades autóctonas gallegas, ¿cuál crees que tiene el mayor potencial para destacarse en el mercado internacional y por qué?

Esto va por ciclos, ya que las tendencias de consumo fluctúan. Si bien la variedad icónica es la Albariño, el Godello lleva 10 años en aumento, con una gran aceleración los dos últimos. Su perfil menos intenso aromáticamente y con gran estructura puede recordar al estilo de algunos Chardonnay, lo que facilita su entrada en determinados mercados. Así con todo, en los próximos años creo que los blancos de guarda tendrán mucho que decir en los vinos de alto valor y ahí el Albariño tiene mucho a su favor. Aunque otras variedades seguramente aumentarán en apreciación y cuota de mercado (Merenzao, Sousón, Espadeiro…) difícilmente llegarán al público más general.

En tu experiencia como catador en el Concours Mondial de Bruxelles, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrentan los vinos gallegos en la competencia internacional?

La calidad del vino está aumentando notablemente a nivel mundial y es más necesario que nunca tener muy clara la identidad propia. Los países de Europa del Este están destacando mucho en los últimos años y sus «terroirs» con climas frescos, suelos complejos, variedades autóctonas y tradición milenaria pueden convertirlos en grandes competidores en los nuevos mercados. Ya no vale con hacer buenos vinos, deben ser diferentes y es muy importante saber transmitir esa diferencia.

¿Cómo ves la tendencia actual hacia la producción de vinos naturales y biodinámicos en Galicia? ¿Crees que esta tendencia está ganando fuerza o es más bien una moda pasajera?

El trabajo de mínima intervención es muy complejo en condiciones ideales, en un territorio como Galicia es casi una utopía. Admiro profundamente a quienes lo desarrollan y en cierta medida están ayudando a sentar las bases del futuro. En Galicia cada vez son más los bodegueros que se aventuran a experimentar en esas líneas pero siendo conscientes de que si el año no es favorable, no pueden permitirse perder la cosecha; eso sólo puede hacerlo quien no vive del vino. Esta tendencia (sostenibilidad , economía circular, regeneración de suelos…) es una corriente que va más allá del vino, es un cambio de ciclo en el consumo y nuestro sector se irá adaptando paulatinamente, en este sentido las nuevas condiciones del cambio climático son algo más favorables para Galicia.

Alejandro Paadín durante una clase magistral sobre genética de las variedades gallegas.

¿Cuál es tu opinión sobre el impacto del cambio climático en la viticultura gallega y cómo crees que los productores están abordando estos desafíos?

El cambio climático se manifiesta de muchas formas. El aumento paulatino de las temperaturas permitirá ciclos de maduración más óptimos, sobre todo en los tintos, pero a costa de perder frescura, santo y seña de nuestro territorio. Aunque Galicia es una de las comarcas gallegas que mejor resistirá este cambio, las zonas de interior se verán más afectadas y conviene no relajarse. Cada vez son más las viñas que se plantan en altitud y poco a poco va cogiendo más fuerza la selección masal. También se están seleccionando clones de ciclo más tardío y estudiando nuevas cepas de levaduras con capacidad de sintetizar más azúcares para el mismo grado alcohólico. Es un problema que implica la gestión integral de la uva y del vino, desde la viña hasta la bodega y aquí las bodegas más grandes, por el riesgo que les supone, son las que más están estudiando e implementando soluciones.

En cuanto a las tendencias internacionales, ¿qué opinas sobre la creciente demanda de vinos blancos y rosados en comparación con los tintos? ¿Crees que esta tendencia también se refleja en el mercado gallego?

Es una realidad patente con una naturaleza multifactorial, desde el aumento de las temperaturas hasta el relevo generacional; pero está claro que esta tendencia está en marcado ascenso desde hace más de 10 años. Sin duda afecta también a Galicia y muy favorablemente ya que somos productores principalmente de blancos. En los últimos años algunas DOs ya han permitido la elaboración de espumosos y rosados para hacer frente a esta demanda, pero sin duda son los blancos los grandes beneficiados. Los vinos tintos se están resignando, pero su carácter oceánico antaño incomprendido fuera de nuestras fronteras, hoy es su mejor carta de presentación. En cualquier caso, los territorios vitícolas no son estáticos y deben adaptarse a las nuevas circunstancias, en el Burdeos de los años 60, el vino blanco era hegemónico y actualmente experimentan con el Albariño.

¿Cuál es tu visión sobre el auge de los vinos espumosos en el mercado internacional? ¿Crees que Galicia tiene el potencial para posicionarse como un productor destacado de espumosos?

Aunque la tendencia es muy al alza, el crecimiento es asimétrico. Prosecco en 10 años ha multiplicado su producción casi por 4 y esto distorsiona las gráficas de producción mundial. Es un vino cuyo precio medio ronda los 5€ mientras los espumosos gallegos difícilmente bajan de los 12€. La OIV organizará en junio de este año un simposio para analizar la nueva realidad del mercado de los vinos espumosos tras la pandemia pero, previo a ésta, la tendencia de consumo aumentaba mientras el valor medio por botella se reducía. El mercado de los espumosos de alto valor cada vez es más acotado y está prácticamente monopolizado por Champagne, por lo que intentar posicionarse en ese segmento a día de hoy puede resultar complejo. Galicia tiene las herramientas necesarias para hacerlo, pero es un vino que requiere un gran conocimiento y experiencia tanto en la técnica de elaboración como en su comercialización.

Para finalizar, ¿cuál es tu mayor motivación como embajador de los vinos gallegos y qué te inspira a seguir promoviendo la cultura del vino tanto a nivel nacional como internacional?

El vino es el producto agroalimentario que permite desarrollar un mayor valor añadido respecto a los costes de producción. Si se tienen las herramientas y el conocimiento necesario, se puede otorgar valor comercial a un vino y permeabilizarlo a toda su cadena de producción, fijando riqueza en el rural. Galicia tiene una gran diferenciación respecto a otras regiones vitícolas en los principales pilares del “terroir” y eso me da la confianza y seguridad suficientes para apostar por el territorio y fomentar el consumo responsable de vino como la bebida hedonista, gastronómica y cultural por excelencia.

Con esto concluimos este viaje por el fascinante mundo de los vinos gallegos que nos ha permitido descubrir no sólo la riqueza de sus sabores y aromas, sino también la pasión y dedicación de Alejandro Paadín como embajador de esta cultura vitivinícola. Su profundo amor por su tierra y su compromiso con la promoción del vino gallego, tanto a nivel nacional como internacional, son verdaderamente inspiradores. Cada sorbo nos ha llevado a explorar nuevos horizontes gustativos y a apreciar la diversidad y la calidad de los vinos que esta región tiene para ofrecer. Brindemos por Alejandro Paadín, por los productores locales y por todos aquellos que trabajan incansablemente para llevar el legado enológico de Galicia a lo más alto.

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About Alicia Gómez

Periodista gastronómica made in Soria. Gastrónoma y wine-sake lover vocacional, entusiasta del marketing y comunicadora nata analógica, digital y personalmente, más aún si tiene que ver con la gastronomía o la vinicultura. En tiempos difíciles, ¡persigo sueños! Además de fundadora de este portal de noticias gastronómicas, soy creadora de la consultoría de gastromarketing, comunicación y eventos aliciagastromkt.com y de la academia en lengua española de marketing y comunicación gastronómica academia.aliciagastromkt.com. Especialmente sensibilizada con los aromas, sabores, texturas… y con hacerlos llegar a la totalidad de la población, porque creo que la gastronomía es otra vía más para conversar. Por ello, mi proyección de presente y futuro es la de unir estas grandes disciplinas ya sea en literatura, impartiendo un taller o cata o mediante estrategias para restaurantes y productores.

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